miércoles, 19 de febrero de 2014

Merindades

No, no están las ganas,
ni la brisa suave
ni siquiera el sorbo de cerveza compartido.
No están, en realidad nunca han estado,
ni tampoco estarán.
Acaso algún otoño de matices ambarinos
las convoque.
Pero no aquí, aquí ronda la tarde,
el canto acompasado de un reloj imparable,
Reino de Merindades y trigales muertos
carente de opulencias bienhechoras.

¿Y el verde? ¿y los azules de tantos mares?
¡pobre idiota! ¿a quien le interesan tus arenas tibias
o los besos de plata de tus breves memorias mutiladas?

Ya no.
Si acaso en el recuerdo de otra hora,
en el envés dormido del espejo,
en la turbia barahúnda de otro sueño,
en la noche tranquila,
en el olvido…

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