De tan grande insulta
me recuerda que todo es de piedra
las naranjas, el as de picas
los pies peregrinos
las manos santas,
el juego y sus dados
yo diría que hasta el paraíso petrifica
con su arrogancia.
Pesada,
solida de ideas
inerte y fría
ayer sentí su sombra estanca
sus uñas alargadas,
su canto de campanas atronando en mis oídos
comencé a odiarla un poco más
que de costumbre
Ella es el dedo gigante
en el centro de mi herida que es piel
sangrando
y que hasta en la ultima gota de su sangre
reniega de sus piedras
blasfemando muerte
jurando vida.
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