Si, un sol de medio día
pletórico, casi apabullante,
saltaba en el borde mismo
del vaso de cerveza.
Y fueron dos, tres, cuatro...
aquellos soles saltimbanquis
que buscaban entre la espuma rubia
una razón para seguir riendo.
Y rieron los soles,
todos los vimos,
fueron fieles con nosotros
hasta el ultimo trago.
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